Nancy sabia que ese salchichón que no era de mallita, le hacia daño, pero como sea se lo comía. Y ahora estaba pagando las consecuencias, vomitando a dos manos y todo menos solida como el Baninter. Corriendo desde detrás de la barra hasta la puertecita calcomía del baño de la cafetería donde sentía un alivio momentáneo, pero que va! No podía pedirle permiso a don Raúl, el dueño del Car Wash porque ese hombre siempre le descontaba aunque fuera un cuarto de día que ella no fuera o pidiera permiso.
Decidió no preocuparse mucho por sus “malestares” total, quien sabe, ese virus de la vaca loca quizás andaba aun, y Dios sabe que un limoncito con sal cura cualquier cosa..
Pasaban los días y Nancy aunque acompañada por Chuchu y Carmona, se sentía sola, extrañaba la forma extraña y media brincaíta en que bailaba Vitico y las masitas que Luisito les traía en su fundita marrón del colmado mas cercano. Extrañaba su manera tan peculiar de bailar bachata con ella y de buscar la forma de pegarle un beso con la bemba llenita de grasa de su ultima fritura. Extrañaba mas que nada la forma en que estos la hacían sentir. Tan querida, tan especial. le gustaba saber que nadie como ella hacia que estos hombres tan distintos la harían feliz, cada uno a su manera.
Nancy sentía cierto despeje de su vacio, ahora que podían ir todos mas a menudo al Conde y a la Duarte en la nueva jipeta de Dona Aura. Caminando por el Conde, mirando tantas vitrinas, y calculando los últimos chelitos de este mes que aun le sobraba después de enviarle alguito a “tata”, para una blusita en la Gran Vía. Al andar con Dona Aura esta, le resalta una faldita de goma en la vitrina de Burdaines. Le dice que se la regalara, que entre a medírsela. Nancy obedece a dona Aura, y con toda la ilusión de su nueva ropita, y de no ir con los mismos trapito desteñío a la barra Camila, corre a donde la muchacha que atiende y pide su size 6. Saca una blusita de un gancho que ella pensó le pegaría, pero en realidad quería ver si también se le “pegaba”, solo que la falda no le sirvió. “Que extraño” pensó, Nancy.
SNA.
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