Saturday, June 28, 2008

Maldita Desilusión: Capítulo VI

Con doña Aura más calmada, Mercedita le lleva un vaso de vino a Juvito, quién ignora la procedencia de éste y se levanta al ver a su moñoñona llorar: “ Mi amor, se acabán lo problema, no llore má, que no llegó la hora!”. Sin imaginarse de qué podía tratarse la buena nueva, Juvito la invita a la terraza Camila, dondese sueltan los toros: “Me voy pa puelto rico mi amol”, Nancy, reacciona a carcajadas ya que la idea le pareció bastante estúpida por la razón de que Luisito no tenía ni para echarle gasolina al motor y le extrañó bastante que tuviese para irse en yola. Pero Luisito no se iba precisamente en la yola... un grupo de amigos le propuso irse montados en el tren de aterrizaje de AA en el vuelo de las 9, cuando ya era oscuro y la seguridad podía fallar en verlos, ya que uno de ellos se encargaría de mojar bien al guardia de turno de ese momento. 

Aterrada por la idea, Nancy se niega a aceptarla por lo que se para y le mete tremendo golopón al niño. “Por Dios, tu te ta volviendo loco eh?”, de seguro que si Luisito supiera a todo lo que Nancy a renunciado por él, no se fuera, pero el destino estaba escrito y justo cuando ella se iba para su casa, juvito la detiene y le planta tremendo beso en su boca color fucsia susurrándole que es por su bien. Después de esto, bueno, digamos que en la lucha libre de jack veneno no se había visto tantas piruetas como esa noche de amor y pasión en que ambos eligieron consumar, por fin, su relación.

Al otro día, como a las 5:00 a.m., el letrero de colores neón del motel Las Cabañas del Edén apaga sus luces y en medio del apagón, Nancy se retira dejándole a Juvito un beso de recuerdo... seguro que no sería la última vez que ella lo vería, ya que él no se va sino hasta en un par de semanas. 

Ella llega a la pensión y en el rústico baño que toma cada día antes de irse al car wash recuerda a Vittorino, recuerda todos los momentos que vivieron cuando estaban juntos en el negocio, en el yanis king, en la fritura de cucú, todos esos recuerdos le vienen a la vista cada vez que mira ese guillo de oro fino que juró nunca quitarse.

Ehl.