"Si vives en una sociedad que vota, ¡vota! Puede que no haya nadie a quien votar a favor, pero seguro que hay alguien a quien votar en contra." Es el viejo dicho, el que se repite en cada torneo electoral. Y esta vez (como cada vez) está más claro que nunca, tan apasionado será el voto a favor como el voto en contra. Los partidos se han empeñado una vez más en personalizar y polarizar el proceso y lo han logrado.
Y hay opciones. Por los tres partidos tradicionales, con sus vicios y sus fracasos a su paso por el poder, pero también con sus aciertos, que si no, no viviríamos todavía en democracia. Partidos pequeños o muy pequeños, con ofertas quizá no muy diferentes a las tradicionales, pero sí con personalidades interesantes y que cubren todo el sector ideológico, (si es que quedan ideologías.) Faltará el PNVC, injustamente impedido de participar, precisamente por el organismo que debió haber protegido su derecho a hacerlo.
Se vote a "favor de" o se vote "en contra de", hay que hacerlo, es el derecho, el respiro que da vivir en libertad y democracia. Es el lujo con que sueñan los que viven en regímenes totalitarios. Con todos sus defectos, con todas las irregularidades que se quieran denunciar, pero sólo en democracia el pueblo quita y pone gobiernos en las urnas. Y así lo ha hecho aquí cada vez que ha entendido pertinente un cambio.
Votar con la esperanza y la determinación de hacer que el próximo gobierno entienda que sólo la lucha contra la corrupción y el trabajo sincero para fortalecer las instituciones es la vía segura para salir de la pobreza. Ése es el candidato que hay que apoyar. Y exigir y exigir y exigir cuando llegue al poder.
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