Cuando nos vamos insertando en el mundo laboral, a medida que sube nuestro nivel académico/ejecutivo, vamos experimentado momentos y viviendo situaciones en las que más o menos nos vamos acordando de cosas que nos decían nuestros padres de pequeños o bien, de los reclamos de nuestros anteriores jefes cuando éramos más jóvenes o más ingenuos en el mundo.
Yo siempre he sido partícipe del trato igualitario a todo el mundo desde la señora que limpia hasta el CEO, después de todo el respeto es una de las cualidades que mi mami más esfuerzo le dio inculcarme. Es así como me he dado cuenta de que no todos se merecen el mismo trato y que todos tenemos el nivel de respeto que nos merecemos.
Definitivamente, me sorprende como una persona que te esfuerzas en ayudar, en servir, en mantener cierto nivel de igualdad (aunque sea falso) a los fines de mantener la cordialidad y la afabilidad general del ambiente de trabajo.
Pero cuando una persona se ofende porque se le reclama sobre el cumplimiento que debe tener en su área de trabajo (por demás, colgando de un hilo, pues nadie sabe la utilidad de su posición al existir una compañía que nos ofrece outsourcing de todo lo que ella hace o deja de hacer) es, en definitiva un claro recordatorio de que si alguien es lo que es, ha sido porque para eso se ha preparado (o no) en su vida para eso mismo.
Si uno les trata con afabilidad y respeto uno es un curtido; si se les trata con distancia, uno es un creído.
Entonces, si como quiera van a hablar, de qué vale tratar a la gente igual?
Ehl.
1 comment:
Ay mijo, eso es un dogma.
El ser humano es una baina enredá...
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