Luego del discurso del Presidente Fernández me salió escribir un post, pero esta mañana Inés Aizpún me ahorro el esfuerzo con su columna "AM" publicada en Diario Libre.
Enfasis especial en la última frase sobre el trabajo de los gobernantes.
Galáctica!
Ehl.
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En el imaginario presidencial existen dos países. El de los desagradecidos, descrito en la última pastoral de la Conferencia Episcopal y rubricado brillantemente por Monseñor Masalles y el de los agradecidos... al PLD. Es como lo del vaso medio vacío o el vaso medio lleno, con el añadido de que aquí también importa quién se lo está bebiendo.
El discurso de Fernández fue desafiante porque el Presidente está ofendido. Se empecina en demostrar que en Educación el dinero no implica calidad (algo más que sabido: el ascensor de Melanio es la prueba) pero sin entender que sus palabras sonarían creíbles si no descendiéramos en cada ranking mundial que nos califica. Si el 4% no da la calidad, su 1.4%... tampoco.
¿Qué preocupa? Que el presidente instruyera al ministerio público para combatir la corrupción. ¡Que lo destituya si no lo hacía! ¿Qué sobró? El rencorcillo que se le siente cuando alude a los desagradecidos. ¿Desalentador? La obstinación en las políticas educativas y la incapacidad de plantear una sana autocrítica. ¿Inaceptable? La burda manipulación del informe Attali o el autobombo por tratar la corrupción con comisiones de ética que nada han hecho y leyes que sus funcionarios incumplen. ¿Resultado? Los "creyentes" salieron entusiasmados. Los corruptos, más tranquilos. Los economistas citando el informe de Davos y la Policía ya sabe -otra vez y van 100- que será reformada.
(¿Por qué hay que agradecer que arreglen una carretera, construyan dos escuelas, hagan tres leyes?) ¡Es su trabajo!
IAizpun@diariolibre.com
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