Update: Couple of weeks after writing this article, this happens. Epic.
Fuente: www.incomica.com
Desde el año pasado (específicamente para el pride del año pasado, por ahí por julio) estoy escribiendo éste post y debo decir que es muy fácilmente el post más difícil que he tenido que escribir en toda mi vida.
La República Dominicana no es exactamente el bastión de las libertades públicas del caribe, ni cerca. Nuestro país está agobiado de todas las historias de corrupción, abusos, corrupción, desencuentros, corrupción, desgracias y demás hierbas características del tercermundo que a veces dudo estamos como país (una amiga dice que es el octavo, estoy por creerle) y el tema de las libertades y derechos de las minorías es simplemente la guinda en el pastel.
No obstante, como país para poder avanzar en otras áreas de nuestro desarrollo, el respeto a las libertades fundamentales de cada ser humano es intrínseco a cualquier otra reivindicación social: Sin derechos humanos no hay sociedad, sin libertad de expresión y sentimiento no hay democracia. Es por esto que cuando una institución que históricamente ha tomado todas las decisiones mentalmente insanas que ninguna institución ha podido tomar sale a hablarme de si yo tengo o no calidad de vivir u opinar o actuar como entienda, me hierve la sangre de formar inimaginables.
La separación de la Iglesia y el Estado es una necesidad y no un invento de un grupo subversivo. El hecho de que nuestro país aún cuente con un Concordato vigente es una mala señal, pero aún más preocupante es el involucramiento que tiene el Cardenal López Rodríguez sobre la vida cotidiana y política de nuestro país. Es increíble que en pleno siglo 21, aún se busque a los representantes de la iglesia católica (en particular a éste representante) para la solución de conflictos que por falta de interés, hipocrecía social o hasta por falta de pantalones no podemos tomar nosotros mismos.
Pleitos políticos, deportes, criminalidad, parece que no hay temas en los que algún obispo de turno no sepa qué advertir. Si tan solo fueran objetivos. Nuestro país necesita urgentemente darse cuenta que mientras sigamos asomados a la sombra de la iglesia para cuanto "quítame esta paja" se nos ocurra, no alcanzaremos nunca ese desarrollo en el que supuestamente estamos en vía desde que yo me acuerdo.
La comunidad homosexual ya (en el closet o fuera de él) debe dejar de ser el objeto de todas las críticas de una institución de cobija voluntaria y deseosamente a violadores de menores, pervertidos pedófilos, ladrones y demás semejantes. Debe terminarse ya el ataque hacia una comunidad que trabaja y paga impuestos y vive su vida privada como tal y como la Constitución y los tratados internacionales así lo permiten: en respeto a los demás.
El problema, muy a desgusto de la iglesia, es que ese respeto se lleva de forma pública, como cualquier ciudadano pleno debe hacerlo, consciente de que por su particupación en la comunidad a través de sus talentos, su esfuerzo y su trabajo, sólo se le debe juzgar cuando viole los principios constitucionales que caracterizan una sociedad supuestamente libre.
La teoría de que "amo al pecador, no al pecado" (whatever that means) no es más que una excusa para acabar en privado y en público con un grupo de ciudadanos responsables, cuya vida privada no es problema de nadie. Esto de que "amamos al prójimo, pero no a todos los prójimos" no es más que una versión adulterada de lo que Orwell ya dijo en su obra "La Granja de Animales": "Todos los animales son iguales, pero unos animales son más iguales que otros" y lamentablemente para la iglesia ya no estamos en 1578, sino que las cosas se hacen por el bien común de todos los ciudadanos, no sólo de los que se dignen propios conforme a las definiciones sociales que vengan de la catedral.
A mi me preocupan hechos como lo que sucede en todo áfrica y en particular, lo que sucede ahora en Rusia, donde las leyes anti-propaganda (ahora resulta que uno vivir su vida tranquilo es una 'propaganda') sólo son escritos fotocopiados de las Leyes de Nüremberg, actualizados a la fecha y todos sabemos cómo fue aquello. Lo que está pasando hoy en Rusia y en Uganda (entre otros paises) es lo que puede suceder aquí si permitimos el estado actual de las cosas en República Dominicana, basados en una falsa religiosidad y moralidad pública no existente. Y por eso, los ciudadanos responsables (gays o no) que están conscientes de su rol como tal en una democracia, deben oponerse totalmente a comentarios que vayan en detrimento de cualquier minoría en nuestro país, simplemente por que es INACEPTABLE.
El no decir nada y quedarnos callados e indiferentes ante el cambio sistemático desde el poder es lo que produjo los horrores que hoy en dia supuestamente luchamos porque no sucedan de nuevo, aunque la historia reciente dice otra cosa. Ser indiferente ante lo mal hecho, nos hace testigos del acto y por tanto somos tan culpables como el que los cometió.
No permitamos que la indiferencia nos consuma y nos deje pasmados ante la injusticia, sentados, muy lindos y recogidos, en un banco en una iglesia como si nada está pasando.
Fuente: www.incomica.com